Ahí vas... que arda ese motor,
que se enciendan las neuronas,
que se queme hasta el calor.
Y estás un paso más allá:
más allá del espejismo
que distrae mi caminar.
Vos sabés de alquimia y algo más,
de susurros del destino,
de correr sin titubear.
Te ensuciaste con la tierra de la anestesia brutal,
tropezaste con la guerra de tu cielo y de tu mar.
Más allá de toda pena y de la crueldad del azar,
vos le diste voz al canto y dulzura al paladar.
Te mezclaste con figuras que suponen algo más,
ya tuviste la soltura de no saber dónde estás.
Y si tu alma encuentra cura y en la cura hay más dolor
vos dejá bombear la sangre, que haya vida al interior.
¿Qué hacés?... contame adónde vas,
no tomaste en cuenta el tiempo,
tu lugar no existe más.
Verás... hay algo en que creer:
hoy tu espacio es mi Universo
y yo me quiero perder.
Y me pierdo en argumentos y me lleno de sudor,
ya no siento más el viento, ya no siento más calor.
Me sumerjo entre las dudas y me ahogo en tanta sal.
Y el escape es la locura, y la fuga es el no estar.
Hoy me veo desde lejos y pregunto qué pasó,
me espío desde un espejo y no encuentro más razón.
Voy repitiendo lo mismo y un consuelo quedará:
ya no habrán penas ni glorias después de la tempestad.